Introducción a la cultura otomí
Los otomíes o hñähñu
aparecen como un pueblo ligado a los Olmecas de Nonoualco y a los estratos más
antiguos del Alto Altiplano. Fueron los primeros pobladores del Valle de Tula,
incluso antes de la llegada de los Toltecas.
La actividad agrícola,
particularmente el cultivo de maíz, constituye la principal actividad económica
de los otomíes; quienes, además, crían ovejas, cerdos, vacas, caballos y
especies menores como pollos y conejos, entre otros, ya sea para autoconsumo o
para la venta, sin que ello les genere ingresos económicos suficientes. En
diversos municipios, los otomíes se dedican también a la producción y
comercialización de artesanías y otros productos útiles para el trabajo
doméstico.
En las temporadas
"libres" del ciclo agrícola, los hombres y mujeres otomíes emigran
hacia las zonas metropolitanas de las ciudades de Toluca y México, con objeto
de emplearse en el sector secundario o terciario de la economía, a fin de
complementar sus ingresos. Las mujeres generalmente se emplean como trabajadoras
domésticas.
En el ámbito cultural,
la familia, la música, la danza, la tradición oral, el sistema de cargos para
la organización de las principales festividades religiosas de la comunidad, el
rito, el culto religioso, y más recientemente, a través de su Centro Ceremonial
Otomí, han sido elementos fundamentales para la expresión, conservación y
preservación de la identidad y personalidad de este pueblo indígena del Estado,
poseedor de un amplio patrimonio cultural e histórico.
Ubicación
La cultura otomí está en diferentes regiones de México como el
Edo. Mex, Hidalgo, Veracruz, Querétaro, Michoacán, Guanajuato, Morelos, Puebla
Tlaxcala, Tequila, Distrito Federal y Monterrey.
La lengua otomí
La lengua se le conoce como
"hñähñu" que significa hablar nasalmente y efectivamente al igual que
idiomas como el francés tiene sonidos muy nasales; lo podremos visualizar
fácilmente en su abecedario, que por cierto es muy diferente al del español.
Costumbres
Sus tradiciones y costumbres son muy arraigadas
(día de muertos, carnaval, feria del tomate y ritos para mejorar cosechas).
Las ancestrales danzas de Santiagos, Negritos,
Acatlaxquis, Moros y Matachines, entre otras, que rememoran las antiguas
tradiciones y creencias de la población. Probablemente la más
tradicional de estas danzas sea la danza de los Acatlaxquis, pue ses
una danza netamente otomí que ejecutan grupos de hombres que llevan largos
carrizos y cañas a manera de flautas y que se baila en las
celebraciones a los santos patronos de las poblaciones. Otra de las
fiestas de gran arraigo son las de los Muertos, pues entre los otomíes
existe una arraigada creencia de que la tierra en donde están enterrados
sus antepasados es sagrada, por lo que casi nunca están dispuestos a
abandonarla.
Entre los otomíes, el matrimonio era de carácter
endogámico, concertado entre los padres de los contrayentes, a través del
patrón de petición de la novia y entrega de regalos a su familia hasta lograr
su consentimiento. En la actualidad, las más de las veces, el matrimonio se da
por elección propia y cuando ocurre dentro de la localidad, el novio suele
prestar su servicio prematrimonial en la casa de los padres de su futura esposa.
Los consejos, declaraciones públicas importante
hechas por las familias que formalizan el casamiento en la percepción de la
comunidad. La mayor parte de un pueblo puede asistir a una cesta de casamiento.
Si las familias no se ponen de acuerdo sobre el propuesto del casamiento, el
robo de novia es posible. En él, la pareja se fuga, cuidadosamente, regresa al
pueblo, y si no hay pleitos por las familias, todo queda así.
Su vestimenta de los
jóvenes es casual, el de los señores es huarache de hule, sombrero y jorongo.
El de las señoras consta de blusas bordadas, fajas, rebozo y huarache de hule.
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